El Monte Everest enfrenta un problema ambiental que ha pasado desapercibido durante años, pero que cada vez más se presenta como una amenaza seria: la contaminación por excremento humano.
El Ejército de Nepal reveló que el Everest alberga toneladas de heces humanas. Este fenómeno se le atribuye al cambio climático, que dificulta la completa descomposición de estos desechos en el entorno de la montaña.
Anualmente, cientos de alpinistas eligen desafiar al Monte Everest, pero estas visitas dejan a su paso una considerable cantidad de desechos. La falta de infraestructuras adecuadas ha convertido al monte en un inmenso baño público, generando preocupaciones ambientales y de salud pública.
Las repercusiones de esta contaminación son preocupantes. Las heces sin tratar pueden contaminar el agua, poniendo en peligro la salud de los escaladores y de las comunidades locales que dependen de estas fuentes. Además, los glaciares se ven afectados por la presencia de virus y bacterias.
Alternativas para enfrentar el problema
Frente a este desafío, se han implementado medidas preventivas, como la instalación de baños portátiles y la obligatoriedad de que los escaladores lleven una bolsa especial que solidifica y desodoriza los excrementos. Cada alpinista produce en promedio cerca de 250 gramos de heces diarias, y dado que el ascenso puede durar varios días, la necesidad de estas bolsas especiales es evidente.
Aunque estas medidas son respaldadas en su mayoría por los alpinistas, se reconoce que no son suficientes para abordar la magnitud del problema. Es imperativo adoptar medidas más específicas, como la creación de infraestructuras para el tratamiento de aguas residuales en la zona, campañas educativas dirigidas a los montañistas y la búsqueda de alternativas más sostenibles para el manejo de los desechos humanos. La preservación del Monte Everest, uno de los tesoros naturales del planeta, exige una acción concertada para revertir la alarmante contaminación que lo afecta.