Frente al temblor en los mercados globales, Milei apura un acuerdo para proteger exportaciones y sostener el diálogo con Estados Unidos.
La ofensiva arancelaria de Donald Trump sacudió los mercados globales y empujó a Javier Milei a actuar con rapidez. El Presidente argentino no solo advirtió el impacto de las medidas en la economía internacional, sino que también activó un canal de diálogo con Estados Unidos para contener los efectos sobre el comercio y las finanzas locales. Su objetivo es claro: alcanzar un acuerdo bilateral que elimine aranceles, algo que propuso durante su visita a Mar-a-Lago.
En paralelo, Milei enfrenta un contexto complejo. La suba de aranceles golpea las exportaciones argentinas, deprime el precio de las materias primas y presiona al tipo de cambio. Esto complica la negociación con el FMI y amenaza con deteriorar indicadores clave como el riesgo país, la inflación y la actividad económica. A esto se suma un escenario político en tensión, con el kirchnerismo desplegando una estrategia para bloquear reformas oficiales.
Cristina Kirchner reapareció en la UBA mientras su espacio impulsa una batería de medidas en el Congreso. Desde pedidos de interpelación hasta el impulso a moratorias previsionales, buscan minar el equilibrio fiscal. El oficialismo, por su parte, busca retomar la iniciativa con un decreto que reestructurará dependencias del Estado, una propuesta elaborada por Federico Sturzenegger.
Mientras tanto, el Mercosur enfrenta un dilema. Como presidente pro tempore, Milei deberá definir si el bloque acompaña su postura de apertura total. Trump aplicó un arancel menor al Mercosur, lo que deja margen para una negociación conjunta o una decisión unilateral.
Entre tensiones externas e internas, el Gobierno se apoya en su narrativa de ajuste y reforma. La motosierra, símbolo de recorte, sigue siendo parte del plan, ahora con la validación simbólica de figuras globales como Elon Musk. El desafío será sostener el rumbo sin agravar la fragilidad económica.
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