Florencia, abogada de 26 años residente de la Ciudad de Buenos Aires, llevaba dos años y medio haciendo el esmaltado semi-permanente de sus uñas cada 15 días cuando notó una mancha verde en una de las uñas. Después de una biopsia, se descubrió que tenía un carcinoma espinocelular in situ: un tumor localizado en el sector de la uña.
Tras visitar a varios médicos, Ferrario, dermatólogo especialista en oncología cutánea del Hospital Italiano de Buenos Aires, sospecha que la causa del carcinoma pudo ser la acumulación de rayos UV de las lámparas utilizadas para el esmaltado semi-permanente y el kapping, un tratamiento estético para las uñas.
La técnica de limado de la superficie brillante de las uñas facilita la penetración del esmalte, pero también las debilita. La lámpara es usada para sacar el esmalte viejo y fijar el nuevo, exponiendo las uñas a los rayos UV repetidamente.
La historia de Florencia es una advertencia para quienes frecuentan salones de belleza, ya que el caso podría sugerir una posible relación entre las lámparas de uñas y el cáncer de piel. Los expertos en salud recomiendan precaución y el uso de protector solar y guantes durante el proceso de esmaltado para reducir el riesgo de exposición a los rayos UV.
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