Lipo cerraría después de reiterados conflictos salariales y un proceso encubierto de vaciamiento, según denuncian.

La reconocida firma Lipo S.A., con más de cinco décadas de trayectoria en la industria confitera, atraviesa una profunda crisis que amenaza con el cierre definitivo de su planta ubicada en el partido bonaerense de Lanús. Fundada en 1969, la empresa supo alcanzar un volumen de producción de hasta dos millones de caramelos por día, con exportaciones a países de América del Sur, Europa y Asia.
Hoy, más de un centenar de empleados permanecen en paro por tiempo indefinido ante la falta de pagos desde el mes de abril. Los trabajadores denuncian que la compañía no abonó los sueldos correspondientes y que no han recibido ninguna certeza sobre su futuro laboral. Muchos aseguran haber asistido a la fábrica para trabajar, pero se encontraron con las instalaciones inactivas.
Según relataron, el propietario de la empresa, Osvaldo Iglesias, propuso cancelar lo adeudado con una quita del 40%, justificando que en ese período no hubo actividad por falta de insumos. La propuesta fue rechazada de plano por el personal, que exige el pago completo de los haberes.
Hace dos años, la planta operaba a gran escala, con una producción de alrededor de dos millones de caramelos por jornada. No obstante, en los últimos meses esa cifra se redujo a apenas 400 mil unidades diarias. A la par, la empresa fue reduciendo su plantilla, que hoy ronda los 100 empleados.
Además, trascendió que parte del personal habría sido trasladado a una nueva sede en el partido de Ezeiza, mientras otros fueron cesanteados. Desde el gremio señalan que podría tratarse de un intento encubierto de vaciamiento.
Lipo, que durante años abasteció a cadenas grandes de supermercados y diversos mayoristas, también fabricaba galletitas y otros productos del rubro. Su presencia era habitual en kioscos y comercios de todo el país.
Hoy, el panorama en la planta de Lanús es desolador: falta de materia prima, máquinas detenidas y un ambiente de abandono generalizado. Mientras tanto, los trabajadores siguen firmes en su reclamo, a la espera de una solución concreta por parte de la empresa o de algún tipo de intervención oficial.
El destino de la planta de Lanús sigue siendo incierto, y persisten las dudas sobre si la firma continuará operando únicamente desde su predio en Ezeiza.
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