La moringa tiene 12 veces más vitamina C que las naranjas, convirtiéndola en un poderoso antioxidante que retrasa el envejecimiento prematuro y mejora la salud en general.
La moringa, una planta originaria de la India y otras regiones del sur de Asia, se destaca por su alto valor nutricional y sus propiedades medicinales. Considerada un superalimento, esta planta es reconocida por su capacidad para prevenir el envejecimiento prematuro y mejorar la salud en general. Sin embargo, hay que saber cómo consumirla y cuándo evitarla para aprovechar al máximo sus beneficios.
¿Qué es?
Los superalimentos son ingredientes que ofrecen un extra a la alimentación cotidiana. Cada vez aumentan aún más su popularidad debido a sus numerosos beneficios para la salud. La moringa, una planta poco conocida originaria del sur de Asia, está ganando reconocimiento por su impresionante valor nutricional y sus propiedades medicinales.
La moringa oleifera, como se conoce científicamente, tiene un alto contenido de nutrientes esenciales. Tradicionalmente se usaba en la medicina herbal para tratar una variedad de dolencias, desde problemas digestivos hasta enfermedades cardíacas.
Cultivar moringa en casa es relativamente fácil, ya que es resistente y puede crecer en una amplia variedad de condiciones climáticas. Además, se adapta bien a climas cálidos y soleados, aunque también tolera temperaturas más frías si se protege adecuadamente.
Valor nutricional y administración
Las hojas de moringa son una excelente fuente de vitaminas, minerales y antioxidantes, incluyendo vitamina C, vitamina A, hierro, calcio y potasio. De hecho, la moringa tiene 12 veces más vitamina C que las naranjas, convirtiéndola en un poderoso antioxidante.
Según una revisión de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, esta planta se usa para tratar problemas hepáticos, cardíacos, cáncer e inflamación.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que, aunque la moringa es un suplemento natural, puede interactuar con ciertos medicamentos y condiciones médicas. Por lo tanto, es recomendable consultar con un profesional de la salud antes de incorporarla a la dieta.
La moringa se puede consumir de varias formas, incluyendo en infusiones, en suplementos o como aceite, en forma de té, en polvo o como aderezo.
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