Su incidencia está subiendo en la población infantil de EE.UU. donde ya afecta al entre el 5% y el 10% y supera a afecciones como el asma.
La enfermedad del hígado graso solía ser más común en personas mayores, pero recientemente ha comenzado a aparecer con mayor frecuencia en niños, lo cual llamó la atención de los especialistas.
Claramente algo cambió en los años 2000, ya que pediatras de todo Estados Unidos empezaron a reportar casos de niños de apenas dos años con acumulación de grasa en el hígado en niveles que no deberían existir normalmente.
Según los investigadores de la revista Clinical Liver Disease, se estima que entre el 5 y el 10 por ciento de todos los niños estadounidenses padecen de enfermedad del hígado graso no alcohólico, lo cual la convierte en una condición casi tan común como el asma.
Frente a este panorama, Samir Softic, gastroenterólogo pediátrico del hospital infantil de Kentucky afirmo, “es la peor enfermedad de la que nunca has oído hablar”.
¿Quiénes se ven afectados?
Si bien la enfermedad se presenta en todos los grupos raciales, socioeconómicos y geográficos, los médicos reportan que los niños de ascendencia mexicana, algunos subgrupos asiáticos y aquellos que viven en la pobreza son afectados de manera desproporcionada.
Con la enfermedad del hígado graso, comenzaron a aparecer entre los jóvenes otras condiciones que solían ser “exclusivas” de los adultos, como hipertensión, colesterol alto, diabetes e incluso cálculos biliares.
Muchos expertos afirmaban que la obesidad era la principal causa de esta enfermedad, pero resulta que esa es solo una parte del problema. Los científicos se sorprendieron al descubrir que no todos los niños obesos tienen hígado graso, y no todos los niños con la enfermedad tienen problemas de peso.
Aunque la investigación sobre las causas de la enfermedad aún está en sus primeras etapas, muchos creen que el estilo de vida moderno, caracterizado por dietas poco saludables, falta de actividad física y exposición ambiental, es el principal culpable.
El rol de la alimentación
La alimentación juega un papel fundamental en el desarrollo de esta enfermedad, cada vez más frecuente en niños. En la actualidad, hay una gran cantidad de alimentos ultraprocesados y con alto contenido de azúcar, los cuales de alguna manera llegaron a dominar nuestra dieta.
De hecho, las encuestas nutricionales muestran que la composición de las comidas consumidas por los niños cambiaron drásticamente, pasando de muy pocos alimentos ultraprocesados (a principios de la década de 1980) a más del 67% en los últimos años.
Esta situación generó preocupación entre los médicos, ya que actualmente no existen tratamientos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos. Es necesario aumentar la regulación de los aditivos y promover dietas verdaderamente saludables, evitando caer en engaños.
“La industria desempeña un papel enorme en la promoción del consumo y la facilidad de acceso a la comida chatarra”, afirmó Paula Hertel, hepatóloga pediátrica del Texas Children’s Hospital. “Algunos de los alimentos menos saludables son los más baratos y de más fácil acceso”, continuó.
Según los expertos, el azúcar, puede ser tan dañino para el hígado como el alcohol: el exceso de glucosa en la sangre se transforma en células grasas, y esas células grasas reemplazan gradualmente a las células del hígado, lo que provoca enfermedades.
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