De acuerdo a lo informado por la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad afecta de manera crónica a más de 58 millones de personas en todo el mundo.
La hepatitis C, una enfermedad que afecta al hígado, está causada por el virus de la hepatitis C y puede provocar graves daños hepáticos.
Este virus puede causar tanto hepatitis aguda como crónica, con síntomas que pueden variar desde leves hasta graves, pudiendo incluso llevar a la cirrosis y al cáncer de hígado.
La transmisión del virus se produce principalmente a través de la sangre. La mayoría de las infecciones se producen por exposición a sangre infectada, que puede ocurrir debido a prácticas inseguras de inyección o atención médica, transfusiones de sangre no analizadas, consumo de drogas inyectables y prácticas sexuales que involucran contacto con sangre.
Hasta hace poco, el tratamiento de la hepatitis C requería inyecciones semanales y medicamentos orales, los cuales no eran viables para muchas personas infectadas debido a problemas de salud o efectos secundarios inaceptables.
Sin embargo, en la actualidad el tratamiento consiste en medicamentos orales que se toman diariamente durante un período de dos a seis meses, y en muchos casos, se ha logrado la cura de la enfermedad.
Las claves para combatir la enfermedad
Incidencia
Según estimaciones, aproximadamente 58 millones de personas tienen infección crónica por el virus de la hepatitis C, y cada año se producen alrededor de 1,5 millones de nuevas infecciones. Además, se estima que 3,2 millones de adolescentes y niños están crónicamente infectados con este virus.
Transmisión y prevención
La hepatitis C se transmite principalmente por contacto directo con sangre infectada. Esto puede ocurrir al compartir agujas, jeringas o elementos cortopunzantes con personas infectadas, al hacerse tatuajes o piercings con material no esterilizado, o al tener relaciones sexuales sin protección. Es importante tomar precauciones y utilizar métodos de barrera para prevenir la transmisión de esta enfermedad.
Síntomas
En una infección aguda, los síntomas de la hepatitis C pueden aparecer entre 2 semanas y 6 meses después del contacto con el virus. Sin embargo, en muchos casos, la infección crónica puede permanecer asintomática durante décadas antes de manifestarse. Algunos de los síntomas más comunes incluyen fatiga, náuseas, fiebre, coloración amarillenta en la piel y mucosas, problemas de coagulación de la sangre y distensión abdominal.
Diagnóstico
Debido a que las nuevas infecciones por hepatitis C suelen ser asintomáticas, a menudo pasan desapercibidas. Por otro lado, la infección crónica puede no ser diagnosticada hasta que se presenten síntomas graves debido al daño hepático. Es importante que las personas que puedan estar en riesgo se realicen pruebas de detección para asegurarse de recibir un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado.
Tratamiento
Afortunadamente, la hepatitis C se puede curar. En los últimos años, se han desarrollado nuevos medicamentos antivirales que han demostrado ser altamente efectivos en el tratamiento de la enfermedad. Estos medicamentos permiten tratamientos más cortos, generalmente de 8 a 12 semanas, y tienen una tasa de éxito del 95%. Sin embargo, es importante destacar que el acceso al diagnóstico y tratamiento de la hepatitis C sigue siendo limitado en algunos lugares.