Mientras algunos medios proponen despedirlas para siempre, desde aquí levantamos otra bandera: la de la convivencia sabia con las lagartijas, esos pequeños reptiles que suelen aparecer en nuestras casas, sobre todo en las regiones más templadas de la Argentina.

Lejos de ser una molestia, la presencia de las lagartijas en las casas es señal de un ecosistema doméstico saludable y equilibrado.
No son plaga, son aliadas
La lagartija casera más común en nuestro país es la Hemidactylus mabouia, también conocida como gecko tropical. Aunque su nombre parezca sacado de una película de ciencia ficción, su labor es profundamente terrenal: se alimenta de insectos como mosquitos, polillas, cucarachas pequeñas y hasta arañas. Es decir, lo que muchos llamarían “plagas”.
Su aparición no implica falta de higiene ni “invasión”, como algunos sugieren, sino todo lo contrario: si hay insectos, la lagartija aparece como reguladora natural. Un sistema de control biológico gratuito y silencioso, que no emite sustancias químicas ni deja residuos.

Amigables e inofensivas
No son venenosas, no atacan, no muerden ni son transmisoras de enfermedades a humanos. De hecho, su comportamiento es más bien tímido: se esconden ante el menor movimiento brusco y salen principalmente de noche. Si alguna se queda en tu casa, es probable que ni la notes.
Incluso sus famosos “gritos” —una especie de chillido corto que puede escucharse por la noche— no son más que llamadas territoriales, tan extrañas como fascinantes para quien ama la biodiversidad.
La nota de TN🤦🏻♂️
— RosarioLaCiudad (@Rosariociudadok) April 6, 2025
Las lagartijas son inofensivas, y además comen mosquitos, cucarachas y hasta alacranes.
NO LOS MATES🦎 https://t.co/e5ANQXMTrh pic.twitter.com/nstI51kfbw
Lagartijas y salud ambiental
Tener lagartijas en casa puede ser un buen indicador de que no estás usando en exceso pesticidas o insecticidas, productos que también afectan a otras especies benéficas como abejas, mariposas o aves. Es una señal de respeto por los equilibrios naturales, incluso en los espacios urbanos.
Convivencia posible
¿Te molesta encontrarlas detrás de un cuadro o sobre una ventana? Lo entendemos. Pero en lugar de buscar métodos para erradicarlas como si se tratara de una amenaza, es preferible adaptar ciertos hábitos: mantener luces exteriores apagadas (que atraen insectos), sellar bien los alimentos, y sobre todo, aprender a mirar a estos pequeños reptiles con otros ojos.
Porque quizás lo que sobra no son lagartijas, sino prejuicios.
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