A diez años del primer 3J, Rosario volvió a exigir derechos y visibilizar la violencia de género con fuerte presencia estudiantil y feminista.

A una década del surgimiento de Ni Una Menos, miles se movilizaron en el centro de Rosario. Denunciaron la violencia por motivos de género y exigieron políticas públicas efectivas. El 3 de junio reunió a mujeres y familias que marcharon entre plazas históricas. Sostuvieron carteles con consignas en defensa de la educación sexual integral.
La protesta tomó fuerza frente al desmantelamiento de programas estatales para víctimas. Una larga bandera blanca encabezó la movilización. Llevaba los nombres de 2.957 femicidios ocurridos en diez años. La creó la Asamblea Lesbotransfeminista para mostrar la magnitud de la violencia. La sostenían familiares de víctimas, como Eva Domínguez. Su cuñada murió en 2010 por un ataque que recién en 2023 fue reconocido como femicidio.
Columnas de colectivos feministas, organizaciones sociales y agrupaciones estudiantiles acompañaron el recorrido. La Federación Universitaria de Rosario defendió el acceso a una universidad pública, inclusiva y comprometida socialmente. Rechazaron los recortes que afectan la educación y la lucha por los derechos. A las 18.35, desde las escalinatas de la plaza San Martín, leyeron una proclama. Exigieron anticonceptivos gratuitos, acceso real al aborto y la continuidad de las líneas 144 y 137.
En paralelo, se anunció la proyección del documental ILEgal. Fue realizado por cineastas rosarinas que recopilaron experiencias sobre el aborto legal. La obra conecta relatos personales con los aspectos médicos, legales y políticos del proceso.
Su directora, Estefanía Andreotti, destacó el rol del arte como herramienta de resistencia. A pesar de los obstáculos, el equipo sostuvo el proyecto. Aseguraron que la comunicación y lo colectivo siguen siendo esenciales.
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