Un rosarino desafiará al Atlántico en un pequeño velero

Federico Norman se convertirá en el primer argentino en participar en la prestigiosa regata Mini-Transat y tendrá el desafío de atravesar el Atlántico desde Francia hasta el Caribe.

Un rosarino se embarcará en una aventura única al cruzar el Atlántico en solitario a bordo de un diminuto velero, sin asistencia ni contacto con tierra. Se trata de Federico Norman, el primer argentino en participar en la reconocida regata Mini-Transat, y quien decidió dejar atrás su vida como desarrollador inmobiliario en la ciudad para perseguir su sueño de convertirse en un navegante offshore y explorar todas las millas posibles.

La 23ª edición de la Mini Transat está programada para el 24 de septiembre. Esta épica regata en solitario se lleva a cabo solo en años impares y solo se permiten 86 embarcaciones por edición, lo que la convierte en un desafío difícil de clasificar. Para el deportista, se trata del viaje utópico de todos los aventureros.

El desafío implica cruzar el océano Atlántico en un velero de tan solo 20 pies, sin contacto con tierra ni informes meteorológicos. Los participantes solo tienen acceso a una emisión diaria de radio AM para conocer el estado general del océano y la ubicación de los huracanes. Solo disponen de cartas marinas en papel, un barómetro y una veleta electrónica para obtener datos precisos sobre la dirección del viento.

El protagonista describe su barco como un “cohete”, aunque no puede tener ningún tipo de comodidad a bordo: la comida se reduce a paquetes de comida de astronautas y la higiene personal será un lujo que podrá disfrutar al llegar a su destino.

Durante el viaje, el rosarino deberá adoptar una rutina de “sueño polifásico”, lo que significa que solo dormirá siestas de 20 minutos, lo cual se recomienda para evitar entrar en la fase profunda del sueño REM y garantizar que no haya grandes obstáculos en el océano mientras descansa.

La Mini Transat consta de dos etapas. Parte de Francia hacia las Islas Canarias y desde allí se dirige a Guadalupe, en las Antillas Francesas del Caribe. En total, si se trazara una línea recta, el recorrido superaría las 4.100 millas náuticas, todo en soledad y negociando con el mar la velocidad y la supervivencia, con solo la compañía de su velero de seis metros y medio.

Asimismo, Federico estará incomunicado, sin posibilidad de conectarse con el exterior ni conocer la ubicación de sus adversarios. Sin embargo, llevará una baliza de emisión de señal para que los espectadores puedan seguir la regata y, en caso de un accidente, se pueda localizar un naufragio. Además, se asegurará de contar con balsas salvavidas, alimentos en polvo y pastillas para purificar agua de lluvia en caso de una situación extrema.

Norman ha logrado un importante triunfo en su carrera recientemente al obtener el primer puesto en la regata Mini Fastnet, una hazaña destacada en el mundo de la vela. Esta experiencia lo prepara para su próximo desafío en la Mini Transat. “Cruzar el Atlántico en solitario y sin asistencia no es poca cosa. La preparación es diferente a la de cualquier otro deportista. Incluye desde entrenamiento físico dos o tres veces por semana hasta entrenamiento mental con un coach psicólogo deportivo de Rosario, además de los entrenadores en Francia”, detalló Norman.

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