Distintos conversatorios reivindicaron el valor de los libros en las luchas colectivas y su capacidad transformadora, ante una multitud de visitantes que se acercó al Centro Cultural Fontanarrosa.
La versatilidad de los libros se vio reflejada este jueves en la cuarta jornada de la Feria Internacional del Libro de Rosario 2023: la posibilidad de ser música y fiesta, disparador de dibujos y mundos imaginarios, de conmover y emocionar, de hacer reír, de convocar a unir en la lucha y resistir. Como en un ‘Elige tu propia aventura’, cada asistente vivió una experiencia distinta a partir de múltiples recorridos posibles.
La jornada se caracterizó por el desarrollo de seis talleres para todos los públicos: dos de escritura y dibujo para infancias, ‘De perros y pandillas’, coordinados por Gabriela Larralde y Lucía Marroquin; el taller de escritura creativa para adolescentes, dictado por Cecilia Muñoz; ‘El idioma de los pájaros’, el taller de libros álbum coordinado por Paula Turina y Belén Campero; el de Literatura Crónica, a cargo del chileno Juan Pablo Meneses, y por último, el de expresión corporal para infancias ‘¿Vamos a sambar las palabras?’
Además, las y los más pequeños tuvieron su protagonismo con diferentes propuestas en las distintas salas del centro cultural. Otro tanto ocurrió con la literatura juvenil, a partir de dos mesas coordinadas por Camila Oderda. La primera fue sobre Literatura romántica, con Agustina Cámara, Camilla Mora y Marisa Potes. Le siguió el conversatorio ‘Literatura juvenil y el mundo digital’, en cuyo transcurso Victoria Bayona, Cristian Acevedo, Santiago Speranza y Anna K. Franco dialogaron en relación al oficio de escribir para ese público, y las facilidades pero también los desafíos a los que se enfrentan en el contexto de digitalización.
El lema de la Feria, «Lecturas del presente», cobró vigencia en las mesas, ya que si bien no fue el eje central del sábado, se sostuvo con fuerza en las voces comprometidas de escritoras y escritores presentes, así como en las temáticas que tuvieron lugar en la vasta grilla de actividades del día.
Desde temprano, una multitud se acercó al auditorio Angélica Gorodischer para escuchar a Gabriela Cabezón Cámara, quien dialogó con la periodista Jorgelina Hiba y el escritor Cristian Molina en torno a ‘Naturaleza y afectos en la narrativa contemporánea’.
Cabezón Cámara reflejó su fuerte compromiso social y ambiental a través de diferentes experiencias en contacto con comunidades de pueblos originarios de nuestro país, dando cuenta de las desigualdades sociales pero también de las diferentes formas de concebir la naturaleza y convivir con ella a partir de una cosmopolítica que considere las relaciones entre especies.
Homenaje a dos grandes
A sala llena, una mesa integrada por escritoras mujeres rindió homenaje a Elsa Bornemann, a diez años de su muerte. María Fernanda Maquieira, Beatriz Actis y Silvia Schujer, con moderación de Yanina Zonni, dieron cuenta de porqué Elsa fue una de las escritoras de literatura infantil y juvenil más influyentes del país.
Todas las presentes coincidieron al destacar la dimensión política de sus cuentos infantiles, siendo pionera en abrir temáticas y abordajes de la literatura argentina. En este sentido, Maqueira destacó el cuento ‘Los desmaravilladores’ que tematiza la desaparición de personas, la apropiación de niños durante la dictadura y su posterior recuperación. Para la escritora y editora,“este libro abrió camino”.
Silvia Schujer hizo mención a la censura que sufrió la homenajeada durante la última dictadura: “La literatura para chicos tuvo sus tijeras específicas. Elsa fue un blanco específico (…) Por la risa que enfrenta desafía a la autoridad, el punto de partida para dar puerta a la imaginación. La imaginación como capacidad humana que puede conjeturar. Sin imaginación no hay transformación posible”.
El homenaje abarcó múltiples dimensiones de la narrativa de Elsa Borneman. Así, por ejemplo, las escritoras coincidieron que tuvo un respeto por la infancia pocas veces visto, postura que fue reforzada por la opinión de Ignacio, un joven del público, que se reconoció seguidor de Elsa y afirmó: “Nunca me sentí subestimado como lector “.
A su vez, el auditorio Angélica Gorodischer fue escenario de un emotivo y respetuoso homenaje a Quino. La mesa contó con la presencia del humorista Tute, la artista Flor Balestra y el historietista Eduardo Risso, con la moderación del comunicador Leandro Arteaga. Los presentes contaron cómo conocieron al creador de Mafalda, y fue Tute quien rompió el hielo, relatando su relación “desde que era un pibito”.
Tras analizar las diferentes etapas del humorista y sus diferentes producciones gráficas, Tute concluyó: “Para mí Quino es el gran maestro del humor gráfico moderno. Mafalda se publicó por nueve años y con esos años le alcanzó para revolucionar la historieta”.
También destacaron la atemporalidad y vigencia de sus viñetas. “Imposible no sentirse interpelado por Quino”, afirmaron.
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