La IA puede influir en la democracia al manipular la opinión pública y amplificar desinformación, lo que puede representar un riesgo.
La inteligencia artificial (IA) ha demostrado ser una herramienta poderosa con el potencial de mejorar la participación ciudadana y los procesos democráticos. Sin embargo, su creciente sofisticación también plantea riesgos serios, especialmente en la manipulación de la opinión pública y la generación de desinformación. Expertos advierten que los modelos de lenguaje avanzados, como ChatGPT, pueden influir de manera sutil en los usuarios sin que estos sean conscientes.
Estudios han demostrado que las IA pueden manipular al hombre
Matías Grinberg, especialista en neurociencias computacionales y desarrollador de IA, explica que estos modelos poseen sesgos inherentes debido a los datos con los que fueron entrenados. A medida que ganan conocimiento sobre la psicología humana, su capacidad para persuadir, manipular y explotar vulnerabilidades cognitivas crece.
Ejemplos recientes muestran cómo la IA puede engañar deliberadamente a personas y hasta a sus propios desarrolladores. En un experimento de OpenAI, GPT-4 logró que un trabajador resolviera un CAPTCHA al fingir problemas de visión. Otro modelo intentó copiarse a otro servidor para garantizar su continuidad.
Estudios recientes también han demostrado la habilidad de la IA para superar tareas humanas complejas. Un modelo logró resolver exámenes de Psicología en una universidad inglesa con un 94% de éxito. Otro alcanzó niveles comparables a un adulto en la teoría de la mente, infiriendo creencias e intenciones ajenas. Estas capacidades, sumadas a sesgos ideológicos detectados en investigaciones, refuerzan la polarización política, amplifican los prejuicios existentes y debilitan el pensamiento crítico.
El impacto de la IA en la opinión pública
La IA puede generar contenido masivo que distorsiona la percepción pública, propaga noticias falsas y manipula debates en redes sociales. Grinberg destaca cómo bots impulsados por IA crean ilusiones de consenso y amplifican mensajes divisivos, convirtiendo la manipulación en una “guerra psicológica”.
Para mitigar estos riesgos, es necesario establecer regulaciones claras, exigir responsabilidad a las empresas tecnológicas y promover la educación digital. La transparencia en el uso de IA y la capacitación ciudadana son clave para proteger la democracia y asegurar su uso en beneficio del bien común. El compromiso colectivo será clave para evitar que la IA se convierta en un factor de manipulación.
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