Según el último informe del Banco Central de la República Argentina (BCRA), esta cifra llega a un asombroso 77%.
En Argentina, la relación entre los bancos y el gobierno nacional genera alarma al revelarse que los bancos del país están prestando una parte importante de sus depósitos en pesos al gobierno.
El reciente Informe Monetario del BCRA destaca que la deuda del banco en manos de los bancos comerciales aumenta a un 42,5% desde junio de 2022, y ahora representa el 57,2% del total de depósitos en pesos. Adicionalmente, la integración de reservas con bonos del Tesoro aumentó un 9,1% hasta un 19,6% respecto al año anterior.
Injerencia política
Estas estadísticas alarmantes han provocado preocupaciones de expertos financieros y economistas. Es fundamental comprender los antecedentes de esta tendencia, particularmente durante el mandato del gobierno del Frente de Todos, que modificó las regulaciones para permitir que los bancos cuenten los bonos del Tesoro en pesos como reservas. Como resultado, los bancos dependen cada vez más de la deuda pública para sus operaciones.
Impacto de las restricciones cambiarias
La demanda de pesos parece inflada debido a estas restricciones. En cambio, en 2019, cuando no había restricciones, la demanda de dinero se redujo drásticamente a solo el 10% del PIB, lo que resultó en una “dolarización” de la cartera y una posterior devaluación del 35% en un mes.
Sin embargo, el escenario actual es diferente debido a las restricciones cambiarias. El agregado monetario M2, que refleja el efectivo en circulación y las cuentas de depósito, disminuye de manera sostenida. Esto se puede atribuir a la falta de interés del público en tener pesos. Sin embargo, las restricciones a las operaciones en moneda extranjera impiden una dolarización efectiva, especialmente para las empresas que enfrentan numerosas limitaciones en las operaciones de cambio. En consecuencia, las personas físicas y jurídicas recurren a la sustitución de sus depósitos por inversiones a plazo fijo, que ofrecen al menos una cierta rentabilidad por intereses.
Las altas tasas de inflación, los salarios estancados, el estancamiento económico y la incertidumbre general han resultado en una disminución de la demanda de préstamos. En consecuencia, los bancos han recurrido a invertir los depósitos a plazo fijo de sus clientes en Leliq, que representa deuda emitida por el Banco Central.
Creciente exposición al sector público
Esta creciente exposición al sector público plantea preocupaciones sobre el riesgo asociado con ella. Si bien la deuda de corto plazo del Banco Central puede parecer relativamente más segura que la del Tesoro, dado su alineamiento con la emisión de pesos, la deuda del Banco Central representa una porción sustancial, más del doble de la base monetaria. Una necesidad repentina de pagar esta deuda en su totalidad conduciría a un aumento significativo en la oferta monetaria, lo que podría desencadenar una inflación vertiginosa y una volatilidad del tipo de cambio.
Para evitar estos escenarios, los expertos enfatizan la importancia de brindar certeza sobre la sostenibilidad de los pasivos tanto del Tesoro como del Banco Central. Cualquier signo de pánico o inestabilidad podría desencadenar una salida masiva de bonos y depósitos, lo que dificultaría contener la situación.
Además, el hecho de que una parte importante del ahorro nacional se destine a la deuda del sector público y del Banco Central plantea otra preocupación importante. Esta asignación implica que los ahorros que idealmente deberían financiar inversiones se utilizan en cambio para gastos corrientes, a veces de manera improductiva, o se sacan de circulación por completo.
Abordar estas preocupaciones requiere un enfoque integral que enfatice la responsabilidad fiscal e infunda confianza en el sistema financiero argentino. Deben tomarse medidas para tranquilizar a los inversionistas y al público sobre la sostenibilidad de la deuda pública y fomentar un equilibrio saludable entre el ahorro, la inversión y el financiamiento del gobierno.
A medida que Argentina navega por estos desafíos, las partes interesadas deben actuar con cuidado para mantener la estabilidad y garantizar la asignación efectiva de recursos. Un sistema bancario bien administrado y políticas fiscales prudentes son cruciales para lograr este objetivo y asegurar un futuro económico estable para el país.
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