La contaminación plástica en los océanos continúa incrementándose a nivel mundial, afectando tanto a los ecosistemas como a las sociedades y las economías.
Según un estudio, se estima que la cantidad de plástico en los ambientes oceánicos aumentará a una tasa promedio de 8,75 millones de toneladas métricas por año. Esta situación tiene un impacto significativo en la vida marina, ya que se ha documentado la ingestión de plásticos en más de 1200 especies.
El problema de los microplásticos es particularmente preocupante. Se sabe que casi 400 especies de peces consumen estas diminutas partículas de plástico. Por ejemplo, las ballenas barbadas se estima que consumen entre 200,000 y 10 millones de partículas microplásticas al día, dependiendo de la especie y su estrategia de alimentación.
Un reciente estudio publicado en Environmental Pollution reveló que han encontrado partículas de plástico microscópicas en las grasas y los pulmones de dos tercios de los mamíferos marinos analizados. Esto sugiere que los microplásticos pueden migrar fuera del tracto digestivo y alojarse en los tejidos de estos animales.
Aunque aún no se ha determinado el alcance de los daños que los microplásticos incrustados pueden causar en los mamíferos marinos, otros estudios han sugerido que los plásticos podrían actuar como imitadores de hormonas y disruptores endocrinos.
Las muestras utilizadas en este estudio fueron recolectadas entre los años 2000 y 2021 en Alaska, California y Carolina del Norte. Se obtuvieron de 32 animales varados o recolectados con fines de subsistencia. Entre las especies analizadas se encontraba una foca barbuda, que también presentaba plástico en sus tejidos.
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