El estudio demuestra que el estilo de vida y el entorno influyen más que la genética en la longevidad y en el riesgo de enfermedades graves.

Un estudio publicado en Nature Medicine desafía la idea de que la genética es el principal factor que determina la longevidad. Según la investigación, el entorno y el estilo de vida tienen una influencia hasta ocho veces mayor en la esperanza de vida y el riesgo de enfermedades graves.
El análisis, basado en datos de 490.000 personas del UK Biobank, examinó más de 100 factores ambientales en el desarrollo de 22 enfermedades. Se descubrió que el envejecimiento biológico, medido a través de la “edad proteómica” (marcadores en la sangre que indican el desgaste del organismo), es un fuerte predictor de mortalidad.
Los resultados muestran que la genética solo explica el 2% del riesgo de padecer enfermedades graves, mientras que el entorno y el estilo de vida representan un 17%. Entre los factores más determinantes se encuentran el tabaquismo, que influye en 21 de las 22 enfermedades analizadas. También las condiciones socioeconómicas, como el nivel de ingresos y la estabilidad laboral, que afectan a 19. La inactividad física también juega un rol clave, aumentando el riesgo en 17 de las enfermedades estudiadas.
El impacto del entorno comienza en la infancia. El peso corporal a los 10 años o la exposición al humo de cigarro en la niñez pueden afectar la salud décadas después. Por ello, los expertos destacan la importancia de promover hábitos saludables desde edades tempranas.
El estudio también identificó factores que pueden aumentar la longevidad, como vivir en pareja, tener empleo y contar con estabilidad económica. Los investigadores analizarán en el futuro cómo influyen la alimentación, la exposición a patógenos y el impacto de contaminantes ambientales en la longevidad.
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