Nuestro cerebro es un órgano que sufre modificaciones constantes y las tecnologías podrían afectarlo de manera negativa.
La tecnología se ha vuelto una extensión de nuestro cuerpo. Al día de hoy, buscamos en Internet todo lo que necesitamos saber y aprender. Sin embargo, esta herramienta puede intervenir en la función de nuestro cerebro, sobre todo en niños y adolescentes.
Según una encuesta realizada por la Organización de Consumidores y Usuarios a mediados de 2023, los niños y adolescentes pasan en promedio entre tres y cuatro horas diarias pendiente de las redes sociales. Cabe destacar que estos comportamientos tienen incidencias en su salud mental. Esto se debe a que todos se ven afectados por los contenidos y dinámicas de estos espacios conectivos.
Los autores del informe concluyen que el uso de tecnología digital durante la infancia y la adolescencia produce cambios en la conectividad de diversas áreas del cerebro. Este se modifica en respuesta a su entorno, a las experiencias y los aprendizajes que va realizando. También lo hace en función de los estados emocionales con los que vive estas experiencias o realiza los aprendizajes. Es por eso que cuando la tecnología se vuelve el eje central de las experiencias y la vida de los niños y adolescentes, los cambios pueden ser mayormente negativos. Estas afecciones se relacionan con la capacidad de reflexión y de razonamiento. Así como también en la toma de decisiones y de gestión de estados emocionales.
Todo ello propicia directamente con algunos retrasos en el desarrollo psicomotriz y con un incremento de la impulsividad. Además se incluye una disminución en lo relativo a la frustración y de la resiliencia. También cambia la manera de pensar y expresarnos. Además, nos hace comportarnos de forma más impulsiva y se incrementa la confianza hacia personas desconocidas.
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