El colapso del régimen de Assad marca un hito en el conflicto, dejando a Siria en un estado de incertidumbre y reconfiguración geopolítica.
Tras medio siglo de dominio de la familia Assad, el gobierno sirio se derrumbó de manera inesperada cuando los insurgentes, provenientes de un enclave rebelde, avanzaron rápidamente hacia Damasco, tomando varias ciudades en cuestión de días. Con escasa resistencia, las fuerzas opositoras ocuparon la capital y otras localidades clave, mientras que el ejército sirio se desintegraba. Se reportó que el presidente Bashar Assad había huido a un lugar desconocido.
Este giro en el conflicto sirio es un hito inesperado en una guerra civil que comenzó con protestas en 2011 y se intensificó en un devastador conflicto que ha dejado más de 500.000 muertos y desplazado a millones. A pesar del apoyo de Rusia e Irán, Assad recuperó gradualmente el control de gran parte del país, dejando a los rebeldes con un bastión en el noroeste.
La caída del régimen de Assad
La ofensiva rebelde comenzó el 27 de noviembre con un ataque a gran escala en el noroeste de Siria, dirigido por el grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham. A lo largo de los días siguientes, los insurgentes avanzaron rápidamente, tomando importantes ciudades como Alepo y Hama. La resistencia gubernamental fue débil, y la situación se complicó por la falta de apoyo de sus aliados. Irán, involucrado en otros conflictos, y Rusia, centrada en Ucrania, no pudieron brindar el respaldo esperado.
El 5 de diciembre, los insurgentes lograron tomar Hama, y para el 6 de diciembre, avanzaron hacia Homs, clave para la conexión con Damasco. En ese momento, la situación parecía irreversible para el régimen. El 7 de diciembre, Homs cayó, y los rebeldes declararon que habían cercado Damasco, en lo que parecía ser la fase final de su ofensiva.
El 8 de diciembre, la televisión estatal siria anunció la caída del gobierno de Assad, afirmando que el presidente había sido derrocado y que los prisioneros habían sido liberados. Mientras los funcionarios rusos e iraníes confirmaban su huida, el primer ministro sirio declaró estar dispuesto a transferir el poder a un gobierno de transición, marcando el fin de un régimen que parecía inquebrantable.
¿Qué es el HTS que derribó el régimen de Assad y quién lo dirige?
Abu Mohammad al-Golani es el líder de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), un grupo islamista radical que opera principalmente en Siria. Nació en 1986 y se unió a Al Qaeda en 2003, siendo clave en la formación del Frente Al-Nusra. Después de separarse de ISIS y Al Qaeda, en 2017 fundó HTS, buscando unificar a los rebeldes sirios. Golani ha intentado presentarse como un gobernante pragmático, buscando apoyo de Turquía y potencias extranjeras, aunque sigue siendo visto como un líder extremista.
Hayat Tahrir al-Sham (HTS) es una organización yihadista que controla principalmente la región de Idlib. Aunque ha intentado distanciarse de Al Qaeda e ISIS para mejorar su imagen, su objetivo sigue siendo establecer un emirato islámico en Siria. A pesar de su enfoque más pragmático en gobernanza, HTS sigue siendo un grupo extremista con un control estricto sobre las comunidades bajo su dominio.
Impacto para Rusia y su proyección de poder
La caída del régimen de Bashar al-Assad en Siria representa un golpe significativo para el proyecto de expansión de Rusia, particularmente en su influencia en el Medio Oriente y África. La pérdida de acceso a las bases estratégicas en la costa de Siria podría debilitar la proyección de poder rusa en la región. En especial, afectaría su capacidad para influir en conflictos en África, donde Moscú ha estado aumentando su presencia en los últimos años.
Sin la estabilidad en Siria, Rusia se verá obligada a recalcular sus estrategias para mantener su relevancia geopolítica, lo que podría implicar una dependencia aún mayor de actores como Turquía o incluso de grupos islamistas en la región. Esto limita su capacidad para continuar avanzando en África, un continente donde sus intereses se centran en la seguridad, el control de recursos y las rutas comerciales estratégicas.
La posible pérdida de las bases rusas en Siria, especialmente las de Tartus y Hmeimim, representa un golpe estratégico para Rusia, que históricamente ha buscado acceso a los “mares calientes” para fortalecer su proyección de poder. A diferencia de sus puertos en el norte, que están ubicados en aguas frías y congeladas la mayor parte del año, los puertos de aguas calientes como el de Tartus permiten una actividad naval constante sin las restricciones estacionales, siendo vitales para asegurar su presencia en zonas de alta relevancia geopolítica.
Estados Unidos e Israel realizan ataques preventivos
En las últimas horas, Estados Unidos ha llevado a cabo ataques aéreos en la provincia de Deir Ezzor, Siria, con el objetivo declarado de eliminar a células de ISIS. Estos ataques son parte de los esfuerzos continuos de la administración Biden para combatir a la organización terrorista en la región. Por su parte, Israel ha cruzado a Siria por primera vez desde 1973, tomando posiciones preventivas en la zona de amortiguamiento de la ONU, específicamente en áreas cercanas a Hader, donde han tenido que intervenir para proteger a los soldados de la ONU atacados por los rebeldes.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha enviado un mensaje a la población siria, explicando que las posiciones avanzadas adoptadas por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) son medidas de seguridad temporal hasta que se logre un acuerdo con los nuevos gobernantes de Siria. En paralelo, la Fuerza Aérea Israelí (FDI) ha lanzado varios ataques aéreos en Siria, alcanzando depósitos de armas en Damasco, Deir Ezzor, Daraa y Suwayda, incluidos ataques al aeropuerto militar de Mezzeh en Damasco. Estos ataques forman parte de los esfuerzos israelíes para desmantelar los arsenales de armas en manos de grupos militantes en la región.
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