Rusia y China: ¿Una alianza estratégica en el nuevo orden multipolar?

China se posiciona como el socio dominante en las relaciones internacionales, debido al aislamiento de Moscú en consecuencia de sus acciones contra Ucrania.

A pesar de mantener su neutralidad en el conflicto, China ha aprovechado al máximo el aislamiento de Moscú y ha accedido a zonas geográficas insospechadas, como el puerto de Vladivostok, impulsando rápidamente su industria automovilística.

El puerto ruso de Vladivostok comenzará a operar como puerto de tránsito chino el 1 de junio. La Administración General de Aduanas de China (GACC) anunció este cambio sin gran fanfara en su página web bbc.com. El puerto de Vladivostok, que se encuentra en el océano Pacífico, maneja alrededor de un millón de unidades equivalentes a veinte pies de contenedores cada año. La Flota rusa del Pacífico ha residido en la ciudad. Los productos del norte de China se transportarán en barco al sur del país tras llegar a este puerto en tren.

El acuerdo con Rusia permitirá a China y Rusia cooperar más en la construcción de puertos y en la logística, mejorando aún más la vitalidad económica del noreste de China y el desarrollo del Lejano Oriente ruso.

La dependencia de Rusia respecto a China aumentará inevitablemente como consecuencia de las sanciones occidentales que perjudican su economía. En los primeros cuatro meses de 2023, el comercio bilateral entre China y Rusia ascendió a 73.150 millones de dólares, con un incremento interanual del 41,3%.

En el noreste de Asia, donde convergen China, Corea del Norte, Japón y Rusia, se encuentra Vladivostok. Es un importante nudo de comunicaciones que conecta Europa con Asia y es importante para la geopolítica rusa, además de ser una importante ruta comercial.

Japón impuso sanciones a la nación y detuvo la cooperación económica en la región cuando Rusia invadió Ucrania. En represalia, Rusia interrumpió las negociaciones para un tratado de paz sobre las islas Kuriles, donde llevó a cabo ejercicios militares cerca de la isla con el objetivo de evitar una invasión.

Las tensiones crecientes en el Indo-Pacífico reflejan el aumento de la rivalidad entre China y Japón, así como la creciente influencia rusa en la región.

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