Opinión: ¿El niño que fui? El niño que soy

Por Giselle Flores

A nivel cultural y social, en Argentina, en el mes de agosto se celebra el Día del Niño, una fecha que tiene como fin resaltar la importancia de los chicos y reafirmar sus derechos.

Un día que nos debería llevar a la reflexión de la realidad que muchos niños viven día a día e involucrarnos en sus problemáticas, con un corazón sensible.

Si bien se trata también de una fecha comercial, veo hoy la necesidad de hablar sobre la empatía y el amor. Todos fuimos niños alguna vez, con una infancia tal vez alegre, sin necesidades, o lo contrario, sin embargo, la gran mayoría hemos recibido alguna ayuda, una enseñanza, un consejo, un abrazo, un regalo.

Recordar nuestros años como niños nos remonta a muchas anécdotas, personas, lugares, travesuras e historias dignas de contar y compartir, que a más de un niño le ayudaría en forma de enseñanza para evitar equivocarse en la vida.

Sin embargo, hoy como adultos creo que estamos tan “ocupados” y concentrados en los quehaceres diarios que terminamos siendo “egoístas” sin darnos cuenta, ni quererlo.

El corazón de un niño, es un corazón lleno de amor, de perdón, sin rencor, de confianza. Dos chicos se pelean mientras juegan y a los minutos están nuevamente jugando. Un niño siempre cree: de chicos tal vez para prevenirnos de algo nos contaron una historia ficticia que de adultos supimos que era algo que no existía.

Y a veces pienso en esas cosas y digo: que lindo es ser como un niño, que lindo es pensar como un niño, y tener aún siendo adultos, esa inocencia que nos llevaría en la vida a perdonar con facilidad, a amar sin esperar nada a cambio, a creer y confiar.

Conozco personas que son así, y su personalidad es tan pura y real que da gusto rodearse de ellas. Movilizarnos por amor en una sociedad llena de oscuridad, de maldad es lo que necesitan muchos de esos niños, es lo que cambiaría en parte el mundo, no digo que todo el mundo, pero una siembra de amor, produce una cosecha de amor, y eso también se contagia.

Creo que volver a ser como niños y pensar en algunas cuestiones como ellos, debería ser una de nuestras prioridades, sumando a eso nuestro interés por quienes están desprotegidos hoy.

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