Apuestas online: cuando la banca siempre gana

Nota de opinión por Eduardo Toniolli

Nota de opinión Eduardo Toniolli

Alguna vez John Milton Hay, un célebre diplomático estadounidense de fines del siglo XIX, afirmó -refiriéndose a los juegos de azar- que no debía considerarse “suertudo” al que circunstancialmente gana una apuesta o una partida, sino a “aquél que sabe cuándo retirarse e ir a casa”. El aserto, válido para su época y hasta hace algunos años, hoy ya no tiene sentido: no hay casa a la que retirarse.

En 2018, la Comisión Nacional Pastoral de Adicciones y Drogadependencia de la iglesia católica, coordinada por el padre José Pepe Di Paola, cuestionaba la legalización de las apuestas online en la provincia de Buenos Aires con una advertencia: “cada casa puede ser un casino”. Pues bien, se quedaron cortos. Pandemia mediante, el avance de este tipo de plataformas convirtió a cada teléfono celular en una puerta de entrada al juego, antes mediado por distancias, barreras físicas o filtros etarios difícilmente franqueables.

De un día para el otro, las transmisiones masivas del deporte que más nos apasiona a los argentinos, se convirtieron en la vidriera de la competencia de los sitios de apuestas por hacerse de una cuota de un mercado que parece ser cada vez más grande. Y lo que debiera ser una plataforma para la promoción de hábitos saludables y del juego colectivo, pasó a ser la llave para abrirle las puertas a millones de compatriotas a la cultura del éxito rápido y a la idea de que la salvación personal está al alcance de un click.

Resulta evidente que en la publicidad masiva en ese y en otros formatos -que van desde los medios de comunicación más tradicionales, a la promoción de los “influencers”- está el huevo de la serpiente y parte de la capacidad de penetración social de este novel fenómeno. Según un reciente informe realizado por IBOPE y publicado por el Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, las diez principales plataformas de apuestas online que funcionan en nuestro país han invertido $7.278.964.872 en publicidad en 2023, sin contar lo invertido en google y en redes sociales. Advertida la dirigencia política de ello, los primeros balbuceos legislativos en la materia coincidieron en replicar el espíritu de la Ley 26.687, que estableció la prohibición total de la publicidad de los productos elaborados con tabaco a través de cualquier medio de comunicación masivo, fundándose en razones sanitarias.

Sin embargo, en los últimos meses, coincidentemente con el avance de varios de esos proyectos en la Cámara de Diputados de la Nación, aparecieron con fuerza expresiones públicas, campañas masivas y acciones gubernamentales impulsadas por distintos organismos y niveles del Estado, cuyo eje exclusivo es la denuncia del accionar de las plataformas ilegales de juegos online (el último gran anuncio en la materia es la firma de un convenio de cooperación con ese fin entre el Banco Central de la República Argentina y la Asociación de Loterías Estatales Argentinas).

Paralelamente, en la última reunión informativa del plenario de comisiones de la cámara baja nacional, que en breve debe dictaminar sobre el tema, participaron funcionarios de la SEDRONAR anunciando la presentación tardía de un proyecto del oficialismo que aborda aristas punitivas y preventivas.

Persecución y bloqueo de los sitios ilegales, prevención de la ludopatía online, acompañamiento a nuestros jóvenes: todos estamos de acuerdo en esto…incluidos los sitios de apuestas legales, que en los últimos meses descubrieron el concepto de “responsabilidad social empresaria”. ¿Pero cuál es el objetivo que estas empresas -que cuentan con licencias legales- esconden precariamente?: buscan salvar la posibilidad de seguir realizando publicidad masiva de sus emprendimientos, como si esto no fuera -también- parte del problema.

Disfrazada de buenas intenciones, la operación está en marcha. ¿Encontrará aliados entre funcionarios, legisladores y comunicadores? Estoy tentando a responder: “hagan sus apuestas”. Mientras tanto están en juego (nunca mejor utilizada la expresión) la salud mental, la economía familiar y el futuro de millones de argentinos.

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