El fentanilo, un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína, ha sido el causante de numerosas muertes en Estados Unidos, lo que llevó a las autoridades a aprobar la venta sin receta médica de naloxona, un medicamento que revierte la sobredosis.
Sin embargo, el origen del problema no se encuentra en territorio estadounidense, sino más al sur, en Manzanillo, México.
Esta pintoresca localidad costera en la costa del Pacífico mexicano, conocida en todo el mundo por la película de Hollywood “10” (1979) protagonizada por Bo Derek, es el hogar del puerto más grande de México y el tercero más activo de América Latina. El puerto maneja todo tipo de carga, incluidos productos químicos importados principalmente de China e India, que son utilizados para producir las drogas sintéticas más rentables del crimen organizado, como el fentanilo.
Manzanillo se ha convertido en el origen de una gran cantidad de delitos de sangre y conflictos que se multiplican en el estado de Colima, México. El puerto ha sido señalado como el epicentro de la producción y distribución de fentanilo, lo que ha causado graves problemas de salud pública en Estados Unidos y otros países del mundo.
En un intento por frenar la corrupción endémica que ha permitido que el crimen organizado se infiltre en los puertos marítimos de México, el gobierno designó a la Armada para supervisar estas instalaciones en 2021.
Como parte de este esfuerzo, todos los trabajadores y empresas que comercian productos químicos en el puerto de Manzanillo están siendo monitoreados por un sofisticado sistema de controles.
Sin embargo, hay un problema: algunos de los ingredientes que se manejan en el puerto son utilizados legítimamente en la fabricación de productos agroquímicos y farmacéuticos.
Por esta razón, existen controles rigurosos en la documentación de los envíos y el personal naval realiza pruebas para asegurarse de que los productos químicos se ajustan a los requisitos legales.
Además, se ha incorporado un perro rastreador, un pastor belga que fue un regalo de la embajada de EE.UU., que ha sido especialmente entrenado para detectar pastillas o polvo de fentanilo, uno de los opiáceos sintéticos más mortales en circulación.
En un intento por frenar la corrupción endémica que ha permitido que el crimen organizado se infiltre en los puertos marítimos de México, el gobierno designó a la Armada para supervisar estas instalaciones en 2021.
Como parte de este esfuerzo, todos los trabajadores y empresas que comercian productos químicos en el puerto de Manzanillo están siendo monitoreados por un sofisticado sistema de controles.
Sin embargo, hay un problema: algunos de los ingredientes que se manejan en el puerto son utilizados legítimamente en la fabricación de productos agroquímicos y farmacéuticos.
Por esta razón, existen controles rigurosos en la documentación de los envíos y el personal naval realiza pruebas para asegurarse de que los productos químicos se ajustan a los requisitos legales.
Además, se ha incorporado un perro rastreador, un pastor belga que fue un regalo de la embajada de EE.UU., que ha sido especialmente entrenado para detectar pastillas o polvo de fentanilo, uno de los opiáceos sintéticos más mortales en circulación.
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