Estudiar en el confín del mundo: los 16 alumnos que aprenden desde la Antártida

En la escuela de la Base Esperanza de la Antártida Argentina, aprenden en un aula digital equipada con notebooks ultra resistentes y herramientas de última generación.

Se trata de la escuela provincial Nro 38 “Raúl Ricardo Alfonsín”, donde concurren todos los días – según las condiciones climáticas – dieciséis chicos que cursan desde el nivel inicial hasta el secundario.

Argentina es el único país que mantiene familias viviendo en el continente antártico, desde fines de la década del 70″, comenta el teniente coronel Gustavo Cordero, jefe de la Base Antártica Esperanza.

La Base es una estación científica con 61 habitantes. Entre ellos, hay un niño en nivel inicial, once que cursan la primaria y cuatro el secundario, además de dos jóvenes que están cursando estudios universitarios a distancia.

Aprendiendo en el último rincón

El ciclo lectivo se rige según el calendario escolar de Tierra del Fuego. El ciclo inicial y primario, finaliza el 20 de diciembre; y según el calendario del SEADEA para el secundario, terminará a fin de noviembre.

Además, las clases se dictan de lunes a viernes de 8 a 12.30 para todos los niveles; y de 15 a 17.30 el primario y de 15.30 a 17.30 la secundaria.

Por otro lado, la presencialidad se alterna con contenidos digitalizados, sobre todo en la secundaria. Y se organizan algunas clases por Zoom, en la que los alumnos se conectan con sus pares que están en otras provincias del país y lugares del mundo, generando experiencias muy enriquecedoras.

A su vez, el material viene en formato digital y los docentes y tutores se enfocan en acompañar a los alumnos en la comprensión de los temas y la realización de las tareas. Cordero detalla: “Es un sistema diferente al tradicional en el que el docente dicta clases y el alumno estudia y hace las tareas sin acompañamiento. Pero los resultados son realmente muy buenos”.

Según Ariadna Cordero, docente secundaria y tutora del SEADEA, describe que al mediodía se corta para que cada uno almuerce en su casa, que aquí en la Base, la más lejana está a 100 metros. Todos los chicos llegan caminando, generalmente acompañados por sus padres. “Muchas veces las ráfagas de viento superan los 120 kilómetros por hora y tenemos que suspender la presencialidad. Siempre hay que andar con cuidado porque te podés patinar en el hielo y si hay nieve muy blanda, te hundís”, añade.

Por lo demás, las rutinas escolares son similares a las de cualquier establecimiento del continente: hay materias curriculares, extracurriculares y Educación Física. En los recreos y los fines de semana, los chicos juegan a la Play, al metegol, o salen a matear en la nieve.

La tecnología juega un rol fundamental para poder estudiar en este inhóspito y sorprendente rincón del país. La escuela, cuyo ciclo primario depende de la provincia de Tierra del Fuego, y el secundario del SEADE, cuenta con un aula digital completamente equipada.

Por su parte, este año fueron donadas 25 computadoras portátiles resistentes a temperaturas extremas, golpes, caídas, choques y derrames; un router para alta conectividad; un mueble móvil de almacenamiento y carga energética, un proyector; kits de robótica y software educativos. Además, los docentes fueron capacitados en el manejo de recursos tecnológicos para el aula.

Viviendo en la Base

Según el testimonio de la docente, cada familia tiene asignada una vivienda, y los que son solteros viven en el edificio principal. Durante la semana, los cocineros de la base se encargan de preparar almuerzo y cena, que recogen con sus tupper. Solo el domingo cada familia cocina su propio menú, y los sábados a la noche realizan la famosa “pizzeada”.

Por último, destaca que “vivir en la Antártida te hace valorar muchas cosas que antes dabas por sentadas. Acá tenés que cuidar el agua, porque el frío congela y revienta los caños. Por eso en cada casa tenemos un tacho con agua de nieve para el baño, o para lavar platos y ropa. Si se acaba, hay que ir a palear nieve afuera”, comenta. “Y desde lo psicológico, tampoco es fácil el encierro y la oscuridad”.

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