El motín de Wagner expone la debilidad creciente de Vladimir Putin

El motín por parte de la banda de mercenarios armados conocida como Wagner, expuso la creciente debilidad del presidente ruso, Vladimir Putin y dejó en evidencia la falta de control y la vulnerabilidad del régimen.

A pesar de sus pretensiones de ser uno de los gobernantes históricos de Rusia, fracasó como reformador y preside un aumento de la corrupción y un estancamiento económico. Su intento de convertir a Rusia en algo más que un proveedor de hidrocarburos ha sido en vano, especialmente en un momento en que la era del petróleo y el gas está llegando a su fin. Además, su desempeño como comandante en jefe en la guerra en Ucrania ha sido cuestionable, ya que la invasión que esperaba terminar rápidamente se ha convertido en un atolladero.

La humillación de Putin se ve agravada por el hecho de que demostró ser incapaz de cumplir con su responsabilidad más básica como líder: garantizar la seguridad del Estado. El motín de Wagner expone la debilidad de Putin y su incapacidad para imponer lealtad incluso dentro de su propio gobierno unipersonal. A pesar de sus intentos de denunciar y castigar a los responsables del motín, Putin permitió que el líder de Wagner, Yevgeny Prigozhin, escapara impune a Bielorrusia con las tropas de Wagner.

Prigozhin, el líder del Grupo Wagner, personifica la naturaleza despreciable del régimen de Putin. Es un ex presidiario convertido en restaurador y mercenario asesino, y ha ascendido gracias a la paranoia y brutalidad de Putin. Prigozhin ha llevado a cabo crímenes de guerra en varios países y ha sido utilizado por Putin para interferir en elecciones extranjeras. El motín de Wagner también ha expuesto la corrupción y la podredumbre del Estado que Putin ha creado en Rusia.

Algunos optimistas ven la debilidad de Putin como una señal de que su gobierno está destinado al fracaso. Sin embargo, los déspotas pueden sobrevivir durante mucho tiempo si no hay una alternativa evidente y si siguen teniendo armas y la voluntad de utilizarlas. Ejemplos de esto son Alexander Lukashenko en Bielorrusia y Bashar al-Assad en Siria. Aunque la debilidad de Putin puede ser un factor en su eventual caída, hay otros dos factores adicionales que juegan en su contra.

El primero es la propia guerra en Ucrania. Aunque la contraofensiva ucraniana ha sido más lenta de lo esperado, logra recortar las ganancias territoriales que Rusia ha obtenido desde 2014 y, en algunos casos, incluso ha recuperado terreno perdido. La teoría de Putin de que Rusia puede esperar a Occidente y que el apoyo occidental podría resquebrajarse con el tiempo parece cada vez menos plausible. Ucrania se ha fortalecido como nación y está en camino de convertirse en miembro de la Unión Europea y posiblemente de la OTAN. Además, la OTAN ha ampliado su membresía e incrementado el gasto en defensa, reduciendo así la dependencia de la energía rusa.

El segundo problema para Putin es la economía. El año pasado la economía rusa resistió gracias a los altos precios del petróleo y el gas, la situación actual es más incierta. Aunque los envíos de petróleo continúan y el Estado aún cuenta con reservas en efectivo, el crecimiento económico ha disminuido y existe la posibilidad de una crisis económica en toda regla en el futuro.

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