El colapso del Silicon Valley Bank y la intervención del gobierno de EE.UU. para garantizar los depósitos de los clientes, generó preocupación en los mercados financieros a nivel mundial.
La caída del SVB ha llevado a las autoridades a tomar medidas para garantizar la estabilidad del sistema bancario, incluyendo el cierre del Signature Bank y la garantía de sus depósitos.
La voluntad de impulsar una reforma bancaria surgió a partir del colapso de varias entidades financieras, entre ellas, el Silicon Valley Bank estadounidense y la suiza Credit Suisse. Desde entonces, se ha hablado de la necesidad de reconfigurar la regulación bancaria y diversificar las cadenas de suministro.
El colapso del Silicon Valley Bank y la suiza Credit Suisse generó preocupación en los mercados financieros a nivel mundial, y ha llevado a algunos analistas a comparar el colapso del SVB con el de Bear Stearns, el primer prestamista que se hundió al comienzo de la crisis financiera mundial de 2007-2008. En este sentido, se ha hablado de la necesidad de reconfigurar la regulación bancaria para evitar que se repita una crisis financiera mundial.
En Europa, a diferencia de EE.UU, los bancos se encuentran en una posición más sólida para enfrentar la subida de las tasas de interés y la tormenta desatada por el colapso del Silicon Valley Bank y de otro operador regional, Signature Bank. Según algunos analistas, esto se debe a que Europa mantuvo a sus bancos bajo un control estricto tras la crisis de 2008. La caída de las acciones bancarias fué mucho menor en gravedad, en Europa que en Estados Unidos desde que el SVB empezó a colapsar el pasado miércoles.
Sin embargo, la preocupación crece debido al tamaño de Credit Suisse, que es mucho mayor que el Silicon Valley Bank y tiene presencia en más negocios y países. Aunque ningún análisis apunta a que el caso de Credit Suisse sea replicable a otras entidades financieras, la preocupación sigue presente.
Respecto a la diversificación de las cadenas de suministro, se habla de la necesidad de reducir la dependencia de ciertos países y empresas en la cadena de producción de bienes y servicios. Esto permitiría reducir el riesgo de interrupciones en la cadena de suministro y aumentar la resiliencia de la economía global a futuras crisis.
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