Después de 46 años, dos hermanos que fueron privados de su derecho a la identidad, se conocieron gracias a las pruebas de ADN del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) y el trabajo de la Justicia.
Dos hermanos, nacidos en 1976 y 1977, se encontraron después de 46 años gracias a una investigación iniciada en 2016 por Abuelas de Plaza de Mayo, que alegaba que la chica podía ser hija de personas desaparecidas porque había sido anotada como propia por un agente de la Policía bonaerense. El muchacho se presentó a través de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), y cuando se realizó una prueba de ADN, su muestra fue compatible con la chica que había sido convocada por el juzgado tiempo atrás.
Aunque el juez Alejo Ramos Padilla no pudo acreditar que sean hijos de personas desaparecidas, sostuvo que los dos fueron privados de derechos fundamentales, como el de conocer quiénes son, cómo y cuándo nacieron y quiénes son sus progenitores. El magistrado procesó a los dos médicos y al policía que participaron en su apropiación.
El policía que se apropió de la chica se presentó ante el juzgado y confesó cómo fue la mecánica. Dijo que, como no podía tener hijos, su médico de toda la vida le sugirió ponerse en contacto con su esposa que era ginecóloga y obstetra. Fue a través de esta médica que se produjo la entrega de una beba en 1977. Ella, además, firmó el certificado como si el nacimiento se hubiera producido en la casa, por lo que no podía contrastarse con otros registros.
En la resolución que dictó este jueves, el juez Ramos Padilla recupera la tesis de la antropóloga Carla Villalta para explicar cuán extendida estaba la práctica de las apropiaciones de niños y niñas o las adopciones irregulares. Según el juez, “Falsear la verdad del origen y la identidad de los niños nacidos en otra familia, sólo puede derivar de una primitiva concepción del ‘niño-propiedad’, en la que priman los prejuicios sociales y familiares”.
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