El funeral del papa Francisco se realizará con un nuevo protocolo funerario que elimina tradiciones solemnes y prioriza la austeridad.
Tras la muerte del papa Francisco, el Vaticano puso en marcha un nuevo protocolo funerario que responde tanto a decisiones personales del pontífice como a reformas litúrgicas recientes. En octubre del año pasado, se presentó una actualización del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, que modifica ritos tradicionales con el fin de expresar de manera más clara la fe cristiana en la resurrección. Francisco participó en estos cambios, impulsado por su preferencia por la sencillez y la cercanía pastoral.
Entre las reformas más significativas figura la eliminación del triple ataúd. Ahora el cuerpo se deposita en un único féretro de madera con interior de zinc. La constatación de la muerte se realiza en la capilla privada del papa, no en su habitación. Esto responde también al hecho de que Francisco vivía en la residencia Santa Marta, y no en el Palacio Apostólico como sus predecesores. Durante la exposición del cuerpo en la Basílica de San Pedro, ya no se utilizará un catafalco ni se colocará el báculo papal.
Además, se dejarán de utilizar títulos solemnes como “Romano Pontífice”. El nuevo ritual se centra en su papel como pastor y obispo de Roma. También se suprimió la llamada Cámara Apostólica, órgano de gestión durante la Sede Vacante.
Francisco expresó en vida su deseo de ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor. Este templo, ubicado en el monte Esquilino, se erige como una de las principales iglesias marianas de Roma. Construida en el siglo IV, combina elementos paleocristianos, medievales, renacentistas y barrocos. En su confessio se conservan reliquias del pesebre de Belén. Francisco mantenía una devoción especial por este lugar, donde solía rezar antes y después de cada viaje apostólico. Allí descansarán sus restos, según su voluntad.
Comentarios