La crisis interna y una moción de censura ponen al gobierno de Trudeau en una situación de incertidumbre política en Canadá.
Justin Trudeau atraviesa el momento más crítico de su carrera política. Tras más de nueve años en el poder, el primer ministro canadiense enfrenta una creciente presión tanto dentro como fuera de su partido. La renuncia de Chrystia Freeland, su viceprimera ministra y titular de Finanzas, expuso profundas fisuras internas. Este golpe, sumado al desgaste electoral, la crisis inmobiliaria y el alza de precios, ha debilitado aún más a los liberales, quienes ya encaran un panorama sombrío en las encuestas.
La moción de censura a Trudeau y la ruptura de alianzas
El Nuevo Partido Democrático (NPD), liderado por Jagmeet Singh, anunció que votará a favor de una moción de censura contra Trudeau. Esto ocurriría cuando el Parlamento retome sus sesiones en enero.
Esta decisión marca el fin de una alianza clave que había evitado la caída del gobierno liberal hasta ahora. Singh afirmó que Canadá necesita un gobierno que trabaje por los ciudadanos y rechazó la posibilidad de que los liberales lideren hasta 2025.
Presión interna y posible sucesión
Mientras tanto, más de 50 legisladores liberales han pedido la renuncia de Trudeau. Consideran que un cambio de liderazgo podría ofrecer una última oportunidad de redirigir al partido antes de los próximos comicios.
Aunque varios nombres, como Mélanie Joly, François-Philippe Champagne y Mark Carney, emergen como posibles sucesores, el primer ministro no parece dispuesto a ceder. Según fuentes cercanas, planea reflexionar durante las vacaciones navideñas.
La oposición y el futuro incierto
La oposición, liderada por los conservadores de Pierre Poilievre, busca aprovechar el momento. Poilievre no dudó en señalar que, si Freeland no cree en el liderazgo de Trudeau, los canadienses tampoco deberían hacerlo. Con el Bloque Quebequés y el NPD listos para apoyar la moción de censura, el futuro político de Trudeau parece tambalearse.
En medio de la crisis, sus últimas cartas son una reorganización del gabinete y el posible respaldo de la gobernadora general para prorrogar las sesiones. Con su credibilidad erosionada y tensiones internas, el primer ministro enfrenta un año decisivo que podría marcar el fin de su mandato.
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