En un cambio significativo respecto a los últimos meses, los bancos centrales de todo el mundo están tomando medidas divergentes en relación a las tasas de interés y las políticas monetarias.
A medida que los inversores se enfrentan a este nuevo escenario, las diferentes decisiones han llamado la atención.
En este sentido, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) decidió mantener el costo del dinero sin cambios después de diez aumentos consecutivos a lo largo de 15 meses. Sin embargo, el mensaje transmitido por Jerome Powell, presidente de la Fed, es que se necesita un mayor ajuste para contener las presiones sobre los precios. Esto indica que el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) podría reanudar las alzas de tasas tan pronto como en julio.
En similitud a la FED, la autoridad monetaria de Hong Kong seguió el mismo camino y mantuvo su tasa base estable en 5,5%.
Por su parte, el Banco Popular de China toma otra dirección. Con el objetivo de impulsar su economía, que muestra señales de debilitamiento en el mercado inmobiliario, caída de la inversión empresarial y desempleo récord entre los jóvenes, decidió recortar los tipos de los préstamos a un año. Esta es la primera reducción desde agosto de 2022. Además, el gigante asiático aumenta la liquidez del mercado mediante la inyección de más préstamos a medio plazo.
Estos movimientos han generado una creciente diferencia entre los tipos de interés de Estados Unidos y China, lo que ha llevado a salidas de capital y ejercido presión sobre el yuan, que tuvo una caída de más de un 3% frente al dólar este año.
Las expectativas ahora se centran en el Banco Central Europeo (BCE), que podría realizar la que podría ser la penúltima subida de tipos de interés en su campaña sin precedentes. Se espera que el BCE anuncie un aumento de 25 puntos básicos en su reunión de hoy, llevando los costos de endeudamiento al nivel más alto desde la crisis financiera de 2008.
Comentarios