El conjunto nacional pagó caras dos desatenciones y Nigeria definió el encuentro para clasificarse a los cuartos de final del certamen.
Una eliminación en casa que duele, duele en el orgullo de los chicos. Rabia y frustración. Enojo con ese maldito tiro en el palo que le negó el gol a Romero. O con la pelota que no giró con el tiro cruzado de Carboni o porque no fue certero un bombazo de Luka. Muchas sensaciones, principalmente de angustia porque la segunda oportunidad que se presentó con este Mundial era una realidad que merecía cierto grado de cuidada ilusión.
Argentina ganó en los merecimientos pero Nigeria lo hizo en la cancha, aprovechando dos errores puntuales. La selección mostró resiliencia ante Uzbekistán, contundencia ante Guatemala y fútbol de alto nivel ante (un muy débil) Nueva Zelanda con una búsqueda constante ante los africanos que no se tradujo en la red a pesar de la cantidad de oportunidades: un abrumador 25 a 9 en llegadas claras según los números del partido. Pero Nigeria fue más y fue incisivo para aprovechar el punto más frágil de este seleccionado: el aspecto defensivo.
El equipo africano con dos pelotazos largos acabó sepultando y sentenciando la historia con el 2-0. Una ilusión que acabó en un adiós inesperado hasta el primer gol nigeriano. Después de que Muhammad anotó, todo se hizo cuesta arriba.
El segundo gol cayó cuando el equipo estaba jugado a todo por el todo para conseguir un empate que forzara los penales. Fin de la historia. A barajar y dar de nuevo, material hay de sobra.
RESUMEN DEL PARTIDO:
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